>>JOSE VARGAS: Mi familia. Por parte de mi papa. Siempre han sido panaderos. Nosotros empezamos a trabajar desde pequeños. Es una tradición que veníamos siguiendo de mi abuelo. Y nos la inculcaron a nosotros. Yo recuerdo que tenía como 9 años. Y fui creciendo dentro de la panadería. Vamos ya. Se va a hacer tarde. Ya se levantó Gary? Ya? Gary? Vamos hijo. Al estar diario en contacto con la familia que trabaja haciendo pan. Le nace a uno ese, ese amor a la profesión de hacer pan. Entonces, pues con el tiempo dije, "Si yo sé hacer esto." Tuve buenos maestros pues, hacer lo que me gusta. >>: Ya está? >>Jose Vargas: No vas a querer tú? >>: No, estoy bien. >>Jose Vargas: No quieres uno? Do you want some? >>: No. >>Jose Vargas: Gary, ese es mi hijo, el más grande. A pesar de su corta edad, me, me ha ayudado. Es como todos en cada juventud. Son inquietos. Pero como ahorita ya es papá, ya va madurando un poquito va madurando, pero ha trabajado conmigo, desde 13, 14 años ha estado ayudándome a mí. >>: Ya ahorita llego. >>Gary Vargas: Sí, te esperamos. >>Jose Vargas: Edgar. Él le encanta hacer pan. Se ha metido a la panadería él desde que tenia tres, cuatro añitos. Él bajaba a la panadería porque vivíamos en el segundo piso. Y me veía trabajando y él siempre se ponía su mandilito. Se caía porque lo pisaba. Andaba con su gorrita de panadero metiendo manos por donde sea. Ya no pues. No le voy a quitar esa idea de que le guste. Ahorita ya creció. Ya tiene once años. Yo vengo de México del Estado de Puebla de un lugar que se llama Huaquechula, Puebla. El año 2004, llegamos acá y llegamos a vivir por, por Highlandtown. Es lo bonito de trabajar ahorita en la panadería. Porque mira, tempranito de levantas. Y vienes viendo como va amaneciendo, cómo va aclarando el día. Ya te toca ver salir el sol. Y llegas con hartas ganas de trabajar porque es un nuevo día. Dejas todos tus, tus preocupaciones atrás. Y a darle con todas las ganas. Porque hay que contagiar a todos los trabajadores de un buen ambiente, de buen animo. El primer negocio abrimos fue en Greektown. Pero no llegamos directamente a trabajar ahí ,a tener mi propio negocio, sino que llegamos a trabajar para, para otras personas. Tuvimos que irnos a buscar un, un local nuevo para meter lo lo que vendíamos, nuestros productos, todo. Y buscamos la que está en Highland, que era una casa estaba en renta. Así empezamos ahí. Poco a poco la gente se fue dando cuenta donde estamos trabajando ahora y empezó a seguirnos la gente a la nueva panadería. que fundamos nosotros. Esa es toda nuestra, nuestro recorrido de todos los días. Dicen que es toda nuestra nuestro territorio lo que es Highlandtown. Acá comenzamos y aquí nos, no quedamos ya. Para vivir. Para siempre. Hasta que Dios nos preste vida. Buenos días, Se lo digo ya hay pan caliente. Todos los dias. Ya esta listo para, para empezar a trabajar. Las muchachas llegaron. Y los del turno de la noche, ya están ahi esperándome para ir a comprar mercancía ahorita. Ya están aquí las donuts calientitas. Las orejas. Todo el pan ya, ya, ya está fuera. Y pasenle por acá miren. Por acá están mis hermanos. Por acá están. Buenos días. Mis hermanos. Él es Daniel. >>Daniel Vargas Campos: Mucho gusto. >>Jose Vargas: Antonio. Asael y Frank. Tengo dos hermanos que trabajan conmigo y un sobrino y un hermana. En total somos siete, siete hermanos. Pero conmigo trabaja Antonio y Daniel. Que son muy importantes para mi en la panadería. Se puede decir que son mis, mis brazos derechos. Ahora sí que los dos son fuertes para trabajar ahí en la panadería en la noche. Ellos se encargan de sacar toda la producción. Mucha gente me dice que es feo trabajar en, con su pareja. Conmigo es al revés. Desde es el primer negocio, la primera semana o dos semanas. Mi esposa siguió trabajando en su trabajo que tenia ella y lo le dije, "Mira, vente a ayudarme. Porque ya no puedo. Ya está bien aclientada la panadería. Ya no puedo estar haciendo pan, despechándolo. Ayúdame. " Desde entonces hemos trabajado los dos en el mismo lugar. Pienso que si no la tuviera yo a mi lado, no hubiera podido hacer todos los negocios que tenemos ahorita. Porque ha sido un, un gran apoyo ella. Yo estuve a punto de dejar de, de luchar por la segunda panadería. Porque ya pasaba un año y no la podíamos abrir. Y ella me dice, dice "Ya, ya tardaste un año ," dice, "pagando renta." "Que te cuesta esperarte otro poquito?" Y por ella le seguimos luchando, y mira, al mes se abre la panadería. Se abre. Siempre nos la pasamos los dos juntos. Y es bonito trabajar con ella. Gary tenía como cinco añitos, tendría. Me dice, "Papi vamos a los juegos." Ya lo llevé al Patterson Park. Y entra un carro de los que venden paletas, con su musiquita. Había muchos niños. Y corren hacia el carro Y mi hijo iba corriendo atrás de ellos y pues voy ahí siguiendo a mi hijo también "Papi, cómprame una paleta. Cómprame una paleta" Es fuerte eso, porque se recuerda cuando no tenia uno nada. Llega Gary ahí al carro de los helados y todos los niños con su paletita sus barquillos. Y decía Gary, "Papi, yo quiero ese. Yo quiero ese." Y le pregunto al de los helados, le digo, "Oiga," le digo, "Cuánto cuesta?" Me dice, "Uno veinticinco." Le digo, "Tengo un dólar." "No," dice, "cuesta uno veinticinco." Le digo, "Otra cosa, mi hijo?" Y es un niño que no entiende, a esa edad. "Quiero ese, quiero ese, quiero ese." Entonces, le digo, "No me alcanza mi hijo, no me alcanza." Y veía a los niños que andaban ahí, se les escurría el juguito y así se chupaban su manita. Y él con la boquita de que se le antojaba. Y no me lo vendieron, por veinticinco centavos. Agarré a mi hijo y me lo llevé Trate de que no se le siguiera antojando. Me lo llevé dónde no había niños ya comiendo sus helados. Y hice una promesa ahí. Prometí nunca, que nunca iba a volver a pasar eso. Le dije a Gary y a mi esposa. Llegué con ella y le platiqué. Le digo, "Les prometo que nunca van a volver a, a pasar eso." Que mi hijo se quede con ganas de una paleta. De ahí, me puse a pensar. Digo, "Cómo le voy a hacer?" Voy a abrir mi propia panadería Voy a abrir mi propio negocio. Mis abuelitos siempre mantuvieron unidos a sus hijos. Mi papá y mamá también siempre nos mantienen unidos a todos. Entonces es algo que nos han educado de estar siempre juntos. >>: Dos de azúcar, dos margarinas, tres huevos, quince duraznos. >>Jose Vargas: De harina, hay ocho? >>: De harina? Ocho de harina. >>Jose Vargas: Ocho de harina. Entonces es... >>Gary Vargas: Treinta >>Jose Vargas: Treinta. Sí. Ahorita acá nos repartimos todo. Unos van para los refrigeradores, otros se van a las harinas. Mi hijo se fue a traer la harina. Y mis hermanos se metieron a los refrigeradores a traer mercancía. Y pues a mi me toca juntar lo que es de poquito en poquito. No hay? OK. Ahorita checo de cuál. >>Jose Vargas: Yo nunca quería salir de mi país. Yo nunca quería salir. Vendiendo pan yo, yo ganaba más de lo que se podía ganar en el campo, en la ciudad en una fabrica. Pues yo era mi propio patrón. Pues da la casualidad que me vengo para Los Angeles por un problema económico que nunca pude salir de presiones de un préstamo fuerte. De ahí nos mudados para, para Texas. Ahí nació mi primer hijo. Pues, anduvimos. Ahora sí de que estado en estado. Nos mudamos aquí, a Baltimore. Aquí ya nació Edgar, aqui nació en, en Baltimore. Baltimore para mi es una, una ciudad muy hermosa. Que hay que saberla cuidar, y buscar la, la manera para salir adelante. Y pues, es lo que nos ha tocado vivir. Para llegar hasta acá, hasta este punto. Tantas cosas que hemos vivido acá. Pero no, no me arrepiento. Ya abrió? José Vargas. Es un, un ser humano. Como cualquier otro. Una persona que ama mucho a su familia, que ama a su trabajo. Una persona que, que vino desde lo más abajo. De las familias más pobres, yo sé lo que es trabajar desde niño. José Vargas es una persona que quiere superarse. No le gusta estar quieta. Le gusta convivir con la gente. Convivir mucho con la gente, convivir con sus clientes, con sus amigos. Y principalmente que ama mucho a su familia. Él es, él es José Vargas, un servidor.